47.
El techo del departamento de Praga parecía que se venía abajo. Descascarado en sus incontables capas secas y viejas de pintura de diferentes tonos de ocre, amenazaba con desprenderse de la estructura del edificio. No era desagradable, sino relajante y casi hipnótico. Media hora era el tiempo mínimo diario que le dedicaba desde la cama al despertarme. No era nada especial. Sólo un techo viejo. Y yo lo miraba.
roy
1 comentarios:
Uyyyyyyy ¿qué pasó? ¿El monje les prohibió internet? ¿De repente viajaste por capas de pintura ocre y caíste de un techo?
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