29.10.09
72.

De un baño turco salís igual que entraste, salvo que te bañaste en cueros en un milenario baño turco, rodeado por europeos escapados del casting de la ultima de Kubrick - Eyes Wide Shut
Caminamos con Roy por la orilla del Danubio. Es un día increíble. Hace mil que no nos vemos y acá venimos a cruzarnos, en europa oriental
- Che, y porqué te teñiste de rubio cual Sonny Crocket perdido en Europa Oriental? - le pregunto.
No responde. Lo secuestró su Ipod Touch que viene tirando realidad aumentada a diestra y siniestra. La hoja amarilla de un árbol cae a su paso. El gadget la localiza en el aire, la aumenta, la identifica y la digitaliza. Después la deja ir. El imponente Parlamento en la orilla opuesta se convierte en un sombrío castillo comunista con la estrella roja en el tope de la cúpula. Los transeúntes son muñecos de huesos flúo. Todo, todo ficcionalizado, musicalizado, informado.
Menos el Palacio. El Palacio en el tope de la colina sigue siendo solo eso. No tira nombres, distancia, fechas, mapas, nada.
Vamos?
Dale

Raf.
20.10.09
71.

Y de pronto sale el sol en Budapest y es como si saliera el sol en todo el planeta. Los fantasmas de sobretodo desaparecen y en su lugar hay jardines invadidos por europeas con vestidos floreados y vagos cantando en el por siempre bello, inentendible, húngaro. Todas las palabras se acentúan en la primera sílaba en húngaro. Szérbusz, hógy vágy, ném értem! Todos elfos, si. Elfos golpeados por décadas de gris, oxidado comunismo.
Salí de mi cucha kafkiana y me tomé un tranvía y crucé el río escuchando "Al lado del Camino" de Fito. Menos que ver, imposible.
Ahí nomás está esa especie de castillo arrugado donde aparecen Eddie Murphy y Owen Wilson en "I-Spy". Pagué, entré. Pasillos misteriosos, cúpulas, columnas, antiguedades... vestuario, casillero, ropa, toalla... Y es cierto que te podés meter con sunga si querés. Pero entendés que acá, en estos piletones de agua a 38 grados se bañaban los invasores turcos, los romanos y cuantos más. Así que pelé y al agua pato turista. Los viejos húngaros te miran desde detrás de sus arrugas y parecen acusarte andá saber de qué.
Así que nadando en bolas en un baño turco en un rincón extraño de Europa Oriental.
Y justo ahí llegó Roy. Qué hacés Roy?

Raf.
7.10.09
70.

No sé cuánto dormí, pero logré descansar. En unos minutos caí que estaba de nuevo en otro país y que no podía quedarme más tiempo en esta habitación, por más amplia que sea, por más cómoda que esté la cama, por más grande que sea la pantalla de LCD con porno pay-per-view, por más tentador que se vea la ducha escocesa...

Apenas salí del ascensor, Peter me llamó desde el front desk. Me pasó un sobre con mi nombre y me dijo que Rafa había llamado y preguntado por mi, otra vez. Dentro del sobre había un papel membretado del hotel, y en una inconfudible caligrafía, una dirección y dos palabras:

Traé malla.
5.10.09
69.

Nunca supe cómo Raf había conseguido gratis la habitación en el Corinthia, pero sólo sabía que teníamos 3 días más ahí, y luego deberíamos buscarnos otro lugar.

Cuando entré a lobby no lo podía creer. En el mail me había dicho que el hotel era groso, pero nunca me imaginé algo así. El edificio es un clásico palacio europeo, muy amplio, ampuloso, ostentoso. Me quedé unos segundo en medio del hall admirando el atrio central, llevando la mirada hacia arriba por los seis pisos hasta llegar al techo de vidrio. Asombroso.

En el help desk de la entrada ya sabían quién era yo. El conserje me saludó y me dio la tarjeta de la habitación. No más explicaciones. Se dio cuenta que no estaba de humor y mi cansancio me dominaba. Simplemente me indicó qué ascensor tomar y que cuando quiera que baje y él me contaba acerca de las instalaciones y servicios del hotel. Ah, también me dijo que Raf me había dejado un mensaje. Si quería me lo daba en ese momento, sino más tarde. No era urgente. Le dije que más tarde, le agradecí y en menos de 4 minutos ya estaba en la habitación, durmiendo en la cama más próxima a la ventana que daba a Erzsebét.

roy.
4.10.09
68.

El tipo que manejaba el auto, a pesar de repetirme como cuatro veces que hablaba cinco idiomas, pareció no entender que yo estaba de muy mal humor. Me sentía mal, cansado. No quería hablar. Sólo quería estar en la habitación del hotel, darme una ducha y dormir. Pero bueno, era bien temprano en la mañana, no sé qué hora, y el tipo recién empezaba su turno, y quería hablar. No le importó que yo casi ni le contestara, y muy orgulloso mientras manejaba con las dos manos en el volante en posición de 10:10, se jactaba de saber hablar, además de su lengua materna, el húngaro, italiano, ruso, inglés y un poco de alemán. Y se empecinó en hacerme saber que a pesar de algunas (muchas) cosas de la modernidad y el capitalismo globalizado, extrañaba un poco cuando su país estaba bajo la órbita de la URSS, que Hungría era el país en dónde mejor se vivía de este lado de la Cortina de Hierro, y que la caída del Muro hizo que su país, junto con Rumania, Bulgaria, las repúblicas de los Balcanes y demás países de Europa de Este se emparejen, de alguna manera, hacia abajo. Decía que ellos tenían libertadas que los otros no tenían, y que a pesar de no ser un país con una democracia occidental, el socialismo hungaro, Goulash Communism, como le llamaban, resultó una buena experiencia para la población. Y que el capitalismo les trajo más libertades y dólares, y también repitió la palabra modernidad (modernity, la dijo unas 300 veces en nuestro corto viaje), pero también más desigualdad, prostitución y drogas como nunca antes y el importante y significativo hecho que muchos jóvenes emigren a Alemania, principalmente. Antes de bajarme, como si fuera necesario, quiso dejarme en claro que él no era comunista.

roy.
3.10.09
67.

Las primeras horas en Budapest pasaron muy rápido. Casi tanto como el viaje en tren. No recuerdo nada luego de haber apoyado la cabeza sobre el vidrio templado. Todo lo que habia imaginado de un viaje largo no ocurrió. No me hice amigo de nadie, no conseguí ninguna dirección, ningún dato donde dormir gratis. Nada. Y de repente aparecí sentado en medio de Nyugati con un ticket en mi mano. El billete, claro, era para retirar mi equipaje. La estación estaba desierta pero dos grandes trenes, vacíos me protegían no sé de qué, pero al menos no me dio la sensación de estar desamparado en medio de una estación de trenes desconocida...

Me levanté del incómodo asiento ubicado justo enfrente de la puerta del tren, y por un segundo se me cruzó por la cabeza volver a subirme y que me lleve a dónde sea. Pero recapacité. Raf me estaba esperando, y todas mis cosas estaban vaya a saber uno dónde. Pero seguro que arriba del tren, no.

Busqué un rato largo algo que me diga donde retirar mis cosas. Mi conocimiento de húngaro sigue siendo nulo como en ese momento, y de terco no quise preguntar nada a nadie en inglés. La razón es simple: un empleado de trenes no tiene porque saber el idioma de Britney Spears. Decía, busqué algún cartel indicativo, de esos con un dibujo de una valija, y después de un rato largo, gracias a que me puse a seguir a una pareja de rusos que parecían en la misma que yo e iban con sus tickets en la mano detrás de un guarda, llegué a donde me esperaba mi equipaje.

Estaba cansado, no sé de qué, ya que había dormido casi todo el viaje. Pero no tenía muchas ganas de nada, ni de hablar ni de conocer gente. Así que busqué algo parecido a un taxi y le pedí que me lleve al Corinthia.

roy
2.10.09
66.

Como el tren venía de Alemania, me imaginé a un par de rubias con trenzas tomando cervezas idem y riendo a carcajadas. O al menos a un par de borrachines berlineses compartiendo chopps de cerveza negra espumosa... Pero no. Nada. Sólo dos de los taburetes redondos de la barra del vagón-restaurant/bar tenían una persona encima. Un gordo con sombrero de cowboy y la que aparentaba su mujer, una rubia platinada de grandes pechos y vestido largo ocupaban los últimos dos lugares, allá por el otro extremo del vagón. Por un instante me sentí en Las Vegas...

Cuestión que me senté en la otra punta y en inglés le pedí al mozo que me sirva un trago fuerte y que me haga dormir.

Ni idea lo que me dio, pero la bebida de colores quemó mi garganta y a los 3 minutos ya estaba de vuelta en mi asiento, con la cabeza apoyada en el vidrio y en estado alfa.

roy.
65.

El tren era el más moderno en el que jamás haya viajado. No habían pasado cinco minutos de haberme sentado en uno de sus comodísimos asientos-cama, que la formación ya había dejado la estación de central de Praga Hlavní Nádrazí sin que me haya dado cuenta. El tren se deslizaba por los rieles sin hacer el menor ruido y mucho menos algún movimiento brusco.

Bueno, decía, era el tren más moderno que utilizaba. Todo nuevo, impecable, limpio. Cada lugar, cada asiento, tenía su propia pantalla de LCD con estrenos y canales de audio. Muchos diarios y revistas de todos lados estaban a disposición en un estante al frente de cada vagón, y había señal de internet, wi-fi de banda ancha. Parecía un avión, pero infinitamente más cómodo aun. Tanta modernidad y comodidad resaltaban ante la ausencia de pasajeros. Nunca supe si por el horario (salimos de Praga a las 00:42), o por el día de semana (lunes, noche del domingo), o el precio (55 euros), pero tren estaba casi vacío.

Cuando llegamos a la primer parada (Brno, poco más de 3 horas después) al ver que sólo un grupo de trabajadores (tenían valijas y cascos) se subieron a un vagón del fondo, perdí todas esperanzas de entablar conversación con alguna turista o hacerme amigo de alguna húngara que me pueda dar alojamiento en Budapest.

Decidí entonces explorar el tren más a fondo y llegar al vagón-restaurante/bar, que según me habían dicho, tenía una gran variedad de tragos europeos y estaba abierto siempre.

roy.
1.10.09
64

Llueve en Budapest y está bastante oscuro, aunque cierta luz azulina se filtra.
Es una habitación de hotel, aunque podría ser una oficina. Techos grises, paredes despintadas.
La gente se va de este lugar, de a poco, lento pero seguro, como un goteo. Ayer se fueron 3.
Dicen que no pasa nada acá. Que hay mejores lugares. Que acá te arrugas, te aburrís, te estancás, te morís. Y se van, medio sonriendo, medio que no. Adieu, See ya, Au revoir, Ciao, Tsai Chién.
Un rayo. Mirá vos. Hacía mucho que no veía un rayo como este.
Prendo un pucho. Llueve. Adios gotas, adiós.

Raf.