1.12.09
73.

Cruzamos el Danubio desde Pest hacia Buda por el puente de Lánchid arriba de un taxi conducido por una mujer grande, casi musculosa, rubia y muda. Nos indicó la tarifa señalando con su dedo el relojito, Raf pagó sin esperar vuelto y bajamos. El taxi salió arando y la gente que bajaba de la colina volteó para vernos.

Eran casi las 5 pm, y la Magyar Nemzeti Galéria, según teníamos entendido, cerraba a las 6. Tratamos de subir corriendo los dos millones de escalones, pero antes de la mitad no me quedó otra que sentarme y admirar el Budai Vár desde ahí, fatigado y sin aire. Raf siguió unos escalones más pero lo perdí. De pronto me sentí mal, mareado. Cerré los ojos y me pareció estar en un barco. El mundo se movía de derecha a izquierda. Abrí los ojos y no tuve mejor idea que mirar hacia abajo. En ese momento entendí y experimenté lo que James Stewart en Vertigo. La escalera se extendió hacia el infinito. Intenté sujetarme de algo pero lo único que encontré para volver a encontrar un punto de equilibrio fueron los mismos escalones, así que me abracé a ellos.

Quedé recostado en la escalera, con ganas de vomitar y tratando de inmovilizar lo que para mí era una escalera mecánica con peldaños que se me escapaban. Volví a cerrar los ojos con la esperanza de que el barco en el que me sentía llegue al puerto y deje de moverse. Creí desmayarme unos segundos. Sin embargo una voz me volvió a tierra firme.

Suave, con un acento raro pero casi angelical:

-Are you ok?

roy.