19.8.10
81.

Sí, hay luces y lásers flúo... Y también cámaras y alguna pequeña grúa y gente con gorritas y disfraces yendo de acá para allá. Todo esto en el patio de la casa de las mellizas húngaras (si acaso es su casa) o de donde fueran. Un set quizás. En Budapest se filma mucho porque se parece a cualquier ciudad "clásica" europea, pero es mucho más barato hacerlo.
La chica que me gusta, para variar, perdida en el gentío, con uno o varios amigos "más amigos", más divertidos, más exitosos, más hambrientos, más forzudos.
Y yo acá, contra un poste, mirando, sin luchar. Un pucho, tranqui. No. Apagado. Todos tenemos días o incluso temporadas en las que el mundo luce, huele, suena, hasta se siente profundamente perdido y miserable y sin esperanza. No todos twittean o postean al respecto, nomás.
Incluso en un lugar mágico y lejano, uno puede tener un mal día, una mala noche.
Sírveme otro, Sam.

Raf.
9.8.10
80.

A medida que avanzaba por los corredores, entre columnas, ventanales y aparadores, el murmullo se hacía más fuerte. Antes de llegar a un inmenso hall central, un par de flacos, como el que nos había traído la comida, pasaron apurados de una habitación a otra. Desde el punto central de la casa (a esta altura, debo confesar, mansión), donde confluían 3 grandes escaleras y donde la pesada araña de cristales colgaba como un péndulo inmóvil desde una cúpula digna de cualquier catedral pude ver una puertas con grandes vidrios tapados con papel manera. Por los huecos pasaban pequeños haces de luz. Definitivamente, del otro lado estaba el jardín. Y hacia allí fui.

roy.
8.8.10
79.

Me quedé solo frente a las dos camas vacías. Desde el silencio empecé a escuchar murmullos y ruidos de máquinas que venían desde abajo, tal vez desde el jardín. Mi curiosidad pudo más que el cansancio. Desde la ventana pude ver el mismo césped recién cortado e iluminado de antes. Había gente, pero sólo veía sus sombras, que iban y venían. Por momentos todos se callaban, y a los pocos segundos volvía el murmullo.

Ya había dormido suficiente, decidí salir. Opciones no me faltaban: buscar a Raf, intentar algo con la "melliza", descubrir qué pasaba en el jardín.

Me encontré parado en el pasillo. A mi derecha tenía infinidad de puertas y allá a lo lejos la estatua. De frente, un arco cubierto con una pesada cortina, que pude ver que llevaba a otro pasillo. Y a mi izquierda, las escaleras hacia abajo.

¿Azar, desafío o lógica?

roy.
78.

Me acompañó por amplios pasillos decorados con pinturas de personas que nunca en mi vida había siquiera oído hablar y vitrinas repletas de copas y porcelanas. Al subir unas escaleras de mármol recordé el incidente de la tarde y con una mano la tomé a ella, y con la otra me guié por la baranda.

Al llegar a lo que sería nuestra habitación (la de Raf y la mía), se soltó de mi mano, me dijo algo incomprensible con una hermosa sonrisa y señaló hacia el final del corredor donde una estatua de lo que parecía una diosa griega protegía las dos puertas a sus costados.

La abracé, olí su pelo, le di un beso en la mejila, night-night y entré, solo, al cuarto que nos habían asignado. El ruido la puerta al cerrarse retumbó en la habitación. Las dos camas estaban vacías.

A Raf lo había perdido después del Dobosh. Se había retirado del comedor con "Rachel" sin terminar el postre, con un habano y un vaso del líquido verde. "Ya vengo" alcanzó a decirme.

roy.
77.

Cenamos en un salón comedor cuyas paredes estaban forradas con tapices gigantes del siglo 17 y vitrales con motivos bizantinos. La mesa era inmensa y cubría casi todo el largo del salón. Supongo que en ella entraban cómodamente unas 50 personas e imaginé los banquetes y las personalidades que allí habrían cenado alguna vez.

Los cuatro nos sentamos en una punta, la que estaba cerca del piano. Por la ventana se veía el precioso jardín con el pasto recién cortado e iluminado. Raf insistía en llamar Rachel a una de las dos mujeres, y hablaba con ella en húngaro, idioma incomprensible para mí. La otra chica era mucho más tímida, por suerte no hablaba magyar, pero tampoco mucho inglés. Me sirvió un poco de vino para acompañar la segunda porción de goulash, intercambiamos algunas palabras in simple and plain english, y llegó el postre. Un flaquito con auriculares astronómicos conectados a un iphone que colgaba de una riñonera equipada con un walkie-talkie, otro celular y demás gadgets que no pude identificar bien, nos trajo una especie de torta de varias capas, con chocolate y caramelo. No sé bien cómo, pero la "melliza" logró contarme que el pastel se llamaba Dobosh y era típico de la región.

roy.
76.

Segunda vez menos de 15 días que abría los ojos sin saber bien dónde los había cerrado horas antes. Entre el techo, allá lejos, como a 3, 4 metros, y mi nariz una caras preocupadas me observaban. En principio reconocí una. Raf sonreía y se llevaba a la boca un vasito de vidrio con líquido verde. A su lado un tipo con bigotes, serio. Cuando se dio cuenta que lo estaba mirando, suspiró como aliviado, y se retiró hablando en no sé qué. Giré mi cabeza hacia la izquierda. De ese lado de mi cuerpo dos muchachas me miraban. Sus caras me eran familiares.

-Are you ok?-, pregunto una.

"Sí, claro", pensé, pero no pude hablar. El sonido de esa voz con acento extraño recorrió mi cerebro hasta llegar con la parte que se encarga del reconocimiento. Loading... Bingo. El esfuerzo en las escalinatas hizo que me descompense, caiga y me rescaten.

roy.