30.7.09
55.

La computadora portátil que me había comprado en Tokio dejó de funcionar misteriosamente apenas pisé Praga. Imposible intentar con algún service aquí. Por el idioma, obviamente. Al principio quise aprender algunas palabras, oraciones y frases, pero no hubo caso. Es complicadísimo, la gramática cambia según la persona con la que hables y el sonido de las palabras es muy duro. A la semana ya ni me preocupé, y comencé a utilizar el lenguaje universal de señas del viajero (dónde, cuánto). Así que preferí no tener que lidiar con técnicos, servicios de atención al cliente y demases, y tampoco daba para molestar a Tereza en el poco tiempo que tenía libre, entonces dejé la compu dentro de mi equipaje y me hice habitué de un cyber atendido por un sudafricano buena onda. El local quedaba a un par de cuadras del depto, en la zona sur de Malá Strana, muy cerca del famoso Lennon Wall, del otro lado de la Plaza del Gran Priorato. Esa fría mañana, luego de haberme comprado un panecillo en una panadería de Lázeñská, me senté frente a mi computadora preferida, la que estaba próxima al gran ventanal, y vi el mail de Raf. Y le contesté. En unos días nos encontraríamos en Budapest.

roy

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