Me despertó un trueno. Corrí las cortinas y una pesada lluvia caía sobre el laberinto de edificios de acero y vidrio iluminados de varios colores, casas con techos de chapa y calles atestadas. Miles de lucecitas se movían allá a lo lejos, en la bahía, al ritmo de las olas. Me dió hambre. Y el hambre lo puede todo. Me puse el sombrero de cowboy que Jade le había regalado a Raf y bajé. La mejor solución al miedo es enfrentarlo... y qué mejor que con un sombrero de cowboy!!!

1 comentarios:
Que groso! Da vértigo.
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