3.10.09
67.

Las primeras horas en Budapest pasaron muy rápido. Casi tanto como el viaje en tren. No recuerdo nada luego de haber apoyado la cabeza sobre el vidrio templado. Todo lo que habia imaginado de un viaje largo no ocurrió. No me hice amigo de nadie, no conseguí ninguna dirección, ningún dato donde dormir gratis. Nada. Y de repente aparecí sentado en medio de Nyugati con un ticket en mi mano. El billete, claro, era para retirar mi equipaje. La estación estaba desierta pero dos grandes trenes, vacíos me protegían no sé de qué, pero al menos no me dio la sensación de estar desamparado en medio de una estación de trenes desconocida...

Me levanté del incómodo asiento ubicado justo enfrente de la puerta del tren, y por un segundo se me cruzó por la cabeza volver a subirme y que me lleve a dónde sea. Pero recapacité. Raf me estaba esperando, y todas mis cosas estaban vaya a saber uno dónde. Pero seguro que arriba del tren, no.

Busqué un rato largo algo que me diga donde retirar mis cosas. Mi conocimiento de húngaro sigue siendo nulo como en ese momento, y de terco no quise preguntar nada a nadie en inglés. La razón es simple: un empleado de trenes no tiene porque saber el idioma de Britney Spears. Decía, busqué algún cartel indicativo, de esos con un dibujo de una valija, y después de un rato largo, gracias a que me puse a seguir a una pareja de rusos que parecían en la misma que yo e iban con sus tickets en la mano detrás de un guarda, llegué a donde me esperaba mi equipaje.

Estaba cansado, no sé de qué, ya que había dormido casi todo el viaje. Pero no tenía muchas ganas de nada, ni de hablar ni de conocer gente. Así que busqué algo parecido a un taxi y le pedí que me lleve al Corinthia.

roy

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