8.8.10
77.

Cenamos en un salón comedor cuyas paredes estaban forradas con tapices gigantes del siglo 17 y vitrales con motivos bizantinos. La mesa era inmensa y cubría casi todo el largo del salón. Supongo que en ella entraban cómodamente unas 50 personas e imaginé los banquetes y las personalidades que allí habrían cenado alguna vez.

Los cuatro nos sentamos en una punta, la que estaba cerca del piano. Por la ventana se veía el precioso jardín con el pasto recién cortado e iluminado. Raf insistía en llamar Rachel a una de las dos mujeres, y hablaba con ella en húngaro, idioma incomprensible para mí. La otra chica era mucho más tímida, por suerte no hablaba magyar, pero tampoco mucho inglés. Me sirvió un poco de vino para acompañar la segunda porción de goulash, intercambiamos algunas palabras in simple and plain english, y llegó el postre. Un flaquito con auriculares astronómicos conectados a un iphone que colgaba de una riñonera equipada con un walkie-talkie, otro celular y demás gadgets que no pude identificar bien, nos trajo una especie de torta de varias capas, con chocolate y caramelo. No sé bien cómo, pero la "melliza" logró contarme que el pastel se llamaba Dobosh y era típico de la región.

roy.

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